
Autonomía e intervención humana: el estado actual de la Inteligencia Artificial
El grado de autonomía que presentan actualmente los dispositivos y herramientas impulsados por Inteligencia Artificial es notable: su capacidad para ejecutar las tareas que les son asignadas o para interactuar con un ser humano y tomar decisiones con base y al servicio de esa interacción ponen en evidencia el grado de sofisticación que han alcanzado como agentes cognitivos.
Autonomía operativa
Esta autonomía operativa descansa en que gracias a su arquitectura y diseño ontológico (su capacidad lógica para representar conceptos, atributos, relaciones y reglas) pueden no simplemente ejecutar instrucciones sino además aprender de sus resultados, incorporar el conocimiento aprendido a sus futuros parámetros de operación y gracias a ello realizar modulaciones y ajustes para adaptarse a las condiciones impuestas por el medio ambiente o a las solicitudes de sus usuarios.
La autonomía actual de los agentes tecnológicos impulsados por IA los hace capaces de comprender y sostener intercambios significativos en lenguaje natural y a partir de ellos poner en relación los datos externos, incluso en grandes cantidades, con su modelo base o información provista desde su alimentación, así como con la adquirida en su historia cognitiva, todo ello prácticamente en tiempo real.
Niveles de autonomía de la IA
Sin embargo, no todos los dispositivos presentan un mismo grado de autonomía, aunque ciertamente, ésta es creciente debido a los avances vertiginosos que tienen lugar de forma permanente. Así, los dispositivos y herramientas incluidos aquellos que operan con Inteligencia Artificial pueden clasificarse en distintos niveles de autonomía:
- Nivel 0 – Sistemas heterónomos: incapaces de operar por sí mismos, siendo por ello enteramente dependientes de la intervención humana.
- Nivel 1 – Sistemas de asistencia automatizada: máquinas capaces de ejecutar tareas sencillas bajo una constante supervisión humana.
- Nivel 2 – Sistemas parcialmente autónomos: dispositivos capaces de realizar tareas por sí mismos, pero con una supervisión humana ocasional.
- Nivel 3 – Sistemas de automatización condicional: operan de forma totalmente autónoma bajo ciertas condiciones previamente definidas (si A, entonces B), pero que requieren de la intervención humana en condiciones extraordinarias o distintas a las previamente definidas (Si ~A, entonces X)
- Nivel 4 – Sistemas altamente autónomos: son aquellos que operan en condiciones controladas, sin ningún tipo de supervisión humana y sólo ameritan de un monitoreo correctivo en caso de errores. Nivel 5 – Sistemas totalmente autónomos: aquellos que operan de forma autónoma en cualquier contexto y situación, sin ningún tipo de supervisión o intervención humana.
En el momento presente, la mayoría de los dispositivos tecnológicos y agentes cognitivos de Inteligencia Artificial se encuentra en los niveles 2 y 3, y ninguno ha alcanzado aún el nivel 5. Sea el caso de los asistentes virtuales, los robots de uso industrial, los chatbots de atención a cliente, las aplicaciones médicas, los automóviles con pilotaje automático o los electrodomésticos inteligentes, todos ellos, o bien requieren de la intervención humana ocasional, o bien sólo deciden por sí mismos en condiciones para las que fueron previamente entrenados pero requieren de la intervención humana en situaciones distintas a las definidas por los datos de su modelo predeterminado.
Autonomía y responsabilidad conjunta
En este sentido, el estado actual de los productos y servicios cuya operación descansa en la Inteligencia Artificial supone un compromiso ético de origen por parte de sus desarrolladores y sus comercializadores, ya que ambos conocen las limitaciones propias de su respectivo nivel de autonomía y, en consecuencia, saben el grado de supervisión humana de la que requieren para su uso responsable. Los consumidores de estos servicios y productos pueden confiar en que ninguna tecnología presente en el mercado habrá de prometer nada más allá de lo que su capacidad actual determina. Asistimos así a una relación de responsabilidad compartida en la que desarrolladores y proveedores establecen los alcances de uso responsable de sus dispositivos, y el usuario acepta dichos alcances y limitaciones para aprovechar las ventajas de la IA de forma segura y responsable.