IA ≠ Terminator: Soluciones que privilegian a la persona

Tecnología y temor social: una constante histórica

La adopción social de los desarrollos tecnológicos no sólo representa un avance para el progreso material de la humanidad, frecuentemente también se ve acompañada de temores, muchas veces infundados, sobre los riesgos que esta adopción a nivel masivo puede acarrear.

Con la invención de la imprenta, algunos sectores de la sociedad europea alzaron sus voces preocupadas por las consecuencias negativas que la difusión de ciertas ideas podría tener: la Iglesia Católica alertó a la población con respecto al peligro de la propagación de interpretaciones erróneas de las Escrituras, que cuestionaran su autoridad. En las esferas del poder monárquico corrían rumores sobre la proliferación de ideologías y libros «inconvenientes» que instigarían a la población a sublevarse. Más aún, el gremio de los copistas y encuadernadores auguraron la desaparición de su oficio ante la llegada de la nueva tecnología.

Temores similares se presentaron con el desarrollo del ferrocarril, el cinematógrafo, la cadena de montaje, la radio y la televisión, dando lugar a visiones pesimistas, incluso dentro de la comunidad académica, que auguraban el advenimiento de una sociedad teledirigida, controlada, esclavizada por el trabajo industrial y despersonalizada. Al final, si bien es cierto que los nuevos desarrollos modificaron parte de nuestras prácticas sociales dentro y fuera del ámbito de la producción, los temores resultaron estar infundados y enmarcados en el ámbito del prejuicio y el desconocimiento de cómo serían implementados esos avances tecnológicos.

IA, más allá del prejuicio y el desconocimiento

La apropiación social de la Inteligencia Artificial como componente esencial de una nueva generación de dispositivos tecnológicos ha experimentado ese mismo halo de incertidumbre enmarcado en los prejuicios originados por las narrativas de ciencia ficción plagadas de robots inteligentes que desplazan a los humanos, toman el control del mundo, provocan la catástrofe de la civilización y nos condenan a un futuro distópico. A esto se suma el temor ante la posibilidad de que grandes sectores de la población trabajadora sea sustituida por máquinas inteligentes. Pero tanto las visiones catastróficas como el temor al desplazamiento se alimentan de una misma fuente: el gran desconocimiento que se tiene sobre cómo opera una nueva tecnología y cómo se da su apropiación dentro de la sociedad.

Aunque, en efecto, la IA se encuentra vinculada a ramas como la cibernética o la robótica, no está pensada (ni siendo utilizada) para generar robots que viajen desde el futuro para complicarnos la existencia, por el contrario: la IA es la base operativa de múltiples dispositivos que ya se encuentran en uso (como teléfonos, pantallas multimedia o refrigeradores) y que gracias a ese carácter inteligente facilitan nuestra interacción con ellos. La IA se encuentra en los Chatbots de lenguaje amplio que pueden ofrecer atención psicológica de primera mano, ayudar a acceder a información selectiva en la red o a elegir un producto a la medida de nuestras necesidades, todo a través de una conversación en lenguaje natural.

Si bien es cierto que la implementación de los autómatas con capacidad para ejecutar tareas y aprender de sus errores producirá un reacomodo de las fuerzas de producción, esto no se traducirá directamente en la sustitución de la fuerza laboral existente: la historia indica que la implementación de avances tecnológicos en la industria y el sector de los servicios trae consigo nuevos procesos de capacitación y aprendizaje, nuevas oportunidades de crecimiento y especialización para el trabajo y mejores condiciones laborales. Como en otras dimensiones de la vida humana, la adaptación a las tecnologías emergentes y la preparación en el ámbito de conocimiento que se domina -así como otras cualidades insustituibles como los buenos hábitos y una ética de la responsabilidad-, resultan de gran importancia para garantizar la permanencia del individuo en las nuevas configuraciones del mundo del trabajo.

Una tarea para el futuro

Prepararse para un futuro tecnológicamente cimentado en la IA no significa construir nuestro refugio antiatómico en el sótano, prepararnos para luchar contra robots exterminadores o acumular combustible para conducir frenéticamente nuestro Ford Falcon en el desierto distópico. Prepararnos para un mundo en el que la IA es ya una realidad implica mejorar nuestros hábitos laborales, adoptar prácticas personales y corporativas éticas y transparentes, diseñar soluciones que privilegien lo humano sobre cualquier otro interés particular y mantener una actitud abierta para abrazar nuevos saberes y mejorar en nuestra relación con la tecnología. El futuro se diseña con las mejores prácticas del presente.

La Unidad de Inteligencia e Interpretación (SIU) de Celestial Dynamics transforma datos en estrategias accionables mediante análisis avanzado, estudios de mercado y evaluación de tendencias en IA y HPC. Su misión es proporcionar insights clave para la toma de decisiones en negocios, políticas públicas y transformación digital, optimizando el impacto de la tecnología en múltiples sectores.